A las cinco nos montamos en el barco para recorrer el Sena. Al principio nos tuvimos que conformar con la parte baja, ya que el piso alto estaba lleno de turistas. Desde allí vimos el Louvre, la Asamblea Nacional, la torre Eiffel, el Musée D’Orsay, los Inválidos, la plaza del Trocadero, las numerosas péniches (casas flotantes) y el Palacio de Cristal. Luego decidimos ver el Sena desde más arriba, así que nos reunimos con los demás. En el barco no se escuchaba otra cosa aparte de los vítores gaditanos a los parisinos que paseaban por la ribera de su Sena, o las parejas que intentaban tener intimidad pero que no lo conseguían. Creo que ese fue el momento más feliz de mi estancia en París, con el aire alborotando mi pelo, acordándome de las personas que desearían estar en mi lugar y escuchando las voces de mis amigos. Tomé fotos de Notre Dame, porque “mi niña” me saludaba y no podía dejar escapar ni una sola de sus miradas, ni las de sus gárgolas.
Al bajar, la vimos más de cerca, soñando con cada canción de “El Jorobado de Notre Dame”. No pudimos entrar, ya que las puertas ya estaban cerradas. Aún quedaba tiempo, así que Pepi nos enseñó una librería bastante interesante, llamada Shakespeare & Co. Poco después estábamos en la iglesia Saint Severin, donde me sorprendió bastante ver a una joven dibujando los detalles arquitectónicos de la misma. También una columna, la única en toda la iglesia que tiene forma de árbol.
Luego, cuando el día se estaba oscureciendo, visitamos el Ayuntamiento Central de París, al que le acompañaba L’Hôtel de Ville. Desde allí fuimos andando a la Tour Saint Jacques, una torre que antiguamente era una iglesia. En la actualidad es el punto de encuentro para los peregrinos que quieren hacer el camino de Santiago.
Cansados y medio muertos llegamos al restaurante concertado, Flunch. Míriam y yo tuvimos cierto percance con un tipo de “Shaquille O’Neal”, porque nos habíamos equivocado de bandejas. Comimos una especie de san Jacobo y patatas fritas… aunque teníamos mucha hambre, nos supo a puro infierno.
Para volver cogimos la estación de metro de Rambuteau hasta Châtelet. De allí a Montparnasse y luego nos bajamos en Plateau de Vanves (la famosa estación, a la que Eva la bautizó como Plato de Gambas).
(Yo en la librería Shakespeare & Co.)
Que increíble viaje. Que genial. Ojalá hubiera podido ir, acompañarte en ese viaje maravilloso. Aish... algún día :)
ResponderEliminarte quieroo
Tenemos que ir a Shakespeare and co. algun dia.Besos
ResponderEliminarhermoso Viaje!!!!! hahahaha que suertuda!
ResponderEliminaralgun día espero ir a Paris.
Besos de Mariposa.
Que interesante va esto... ah el Sena.. que hermoso, sigue contando...
ResponderEliminarmil besos
Genial, la reseña, las fotos y, especialmente, la energía que brota de tu ser en cada letra!
ResponderEliminarBesos,
Chiqui.-